Algunos de los hábitos que presentamos los adultos perjudican de manera significativa la educación de nuestros hijos/as. Por tanto, si lo que queremos es mejorar su comportamiento y que aprendan a ser cada día más responsables y autónomos, hay que empezar por reducir la frecuencia y la intensidad con la que:
Repetimos las órdenes y gritamos para que nos hagan caso. Para ello cada orden debe ir acompañada de una consecuencia que le guste: “Si recoges los juguetes antes de las 7, bajamos al parque”. Después debes esperar SIN HACER NADA. Si los recoge tenéis que bajar al parque. Si no los recoge antes de las 7 no podéis bajar al parque y, dependiendo de lo importante que sea para ti que recoja los juguetes, avisa de una nueva consecuencia (“Cuando recojas los juguetes podrás cenar”) o da por terminada esa orden, puesto que ya has establecido/cumplido una consecuencia 🙂
Esta recomendación va dirigida a padres, madres y educadores que repiten las órdenes y gritan pero no consiguen que sus hijos/alumnos sigan las instrucciones, y a aquellos que sí lo consiguen, pero les gustaría no tener que invertir tanto tiempo y energía en ello y disfrutar de un ambiente más tranquilo y agradable para todos 😉
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