Recibir asesoramiento psicológico es cada vez mejor aceptado por la sociedad y aún así se desconocen la forma de trabajar, finalidad o metodología que se deben esperar de un profesional de la Psicología.
En el ámbito infantil y juvenil este desconocimiento también se da, y en ocasiones madres, padres y educadores acuden a distintos servicios en busca de ayuda sin conocer exactamente qué esperar de ellos. Aquí algunas recomendaciones si cuentas con un servicio de estas características:
1. Explícale al psicólogo/a cuál es el principal motivo para ir a su consulta. Dentro de “Psicología” existen diferentes especialidades, es decir, no todos son especialistas en comportamiento infantil y juvenil, pueden ayudarte a resolver tus problemas de pareja o realizar un peritaje. Si ocultas al profesional tus verdaderos motivos para asistir a consulta, quizás te encuentres, pasado el tiempo, que no puede hacer nada por ti 😉
2. Si tu hijo/a entra solo a terapia, para trabajar de forma individual con el/la terapeuta, pide información sobre qué objetivos se están trabajando y de qué forma. Son muchas las familias que después de años de “terapias” no conocen qué y cómo se ha trabajado con sus hijos.
3. No te conformes con la teoría. Muchos profesionales utilizan términos como “apego”, “trastorno”, “falta de madurez”,… para explicar el comportamiento en la infancia y adolescencia. Si aparte de tales conceptos el profesional no es capaz de hacer una propuesta clara sobre cómo manejar el problema, desconfía de tal explicación.
En su lugar, busca solucionar problemas concretos y observables, como pueden ser:
- aumentar el tiempo que el niño permanece sentado realizando una tarea
- disminuir la duración y frecuencia de las rabietas que presenta
- aumentar la independencia o rutinas que lleva a cabo por sí solo/a
- disminuir la frecuencia de sus llamadas de atención inadecuadas
4. Conoce cómo trabaja. Desde la primera sesión el profesional debe informar sobre su forma de trabajar: directamente con el niño, dando pautas para casa a los adultos, sesiones donde toda la familia participa, énfasis en el comportamiento, intentos por cambiar vuestra percepción sobre el problema… en función de las dificultades que informáis. Su forma de trabajar se corresponderá más o menos con vuestra idea antes de ir a consulta, lo importante es que sea la adecuada a la dificultad a tratar.
5. Recibe una orientación sobre el tiempo de terapia. El profesional debe dar a la familia una orientación sobre el tiempo que precisa la mejora o solución de un problema (durante el curso escolar, semanalmente al inicio, durante al menos dos meses…). Esta orientación puede tener en cuenta posibles complicaciones durante el proceso que también son útiles conocer.
¡EXTRA! Sé crítico con los resultados. En función de la intervención planteada y el tiempo estimado, es recomendable ir tomando decisiones sobre si los objetivos de la terapia se están consiguiendo. Si no es así, es conveniente pedir una segunda opinión o buscar alternativas. En muchas ocasiones el desconocimiento de la Psicología hace que padres y madres apuesten todo a un mismo profesional, lo que puede ir en su perjuicio.
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